miércoles, 17 de junio de 2009

LA IMAGINACIÓN O EL CORAZÓN PERDIDO DE LA POESÍA MEXICANA

Reírse de la cara de alguien es como reírse de un poema. Acto inútil que ha estancado a un fuerte segmento de la poesía mexicana en la superficialidad de “los buenos poemas”, en los cuales los rasgos a evaluar son: la estructura, la imagen, lo comedido, y lo acertado del tema tratado según las circunstancias actuales irónicas o televisivas. Esta superficialidad es la de los poetas que nunca podrán creer en la poesía como profecía, sueño, delirio, conocimiento, sabiduría. Los que creen que hay que hacer poemas, y no mundos nuevos, los que creen que hay que ser poetas y no profetas o magos o sabios o místicos.

Ellos se engañan porque en el fondo de sus corazones saben que toda ficción poderosa es por densidad. La densidad de una obra es que no pretende dar solo significado, sino dirección, sentido. Harry Potter es una ficción poderosa, genera movimiento, genera aspiraciones, y valores que se asimilan. Sin embargo no toda obra poderosa tiene la bendición del mercado, la ficción corre los riesgos de ser un libro más que se cierra.

Ver “lo bueno o lo malo” del poema resulta tan superficial como clasificar a sus creadores en “buenos y malos” poetas, habría que pensar en la densidad de un poema que a lo mejor no entiendo o que me mueve al enojo. La densidad del poema: un hasta adónde pretende, habría que preguntarse… y en su caso evaluar.

La ficción igualmente tiene el poder de crear a los lectores de su mundo, de su entendimiento, sean humanidades luminosas o monstruos kamikazes, sean robots o animales travestis. Ruptura es asentar una nueva tradición.

En ese sentido quizá sea tanta la ruptura del sabio que ha recorrido todas las tierras, como las del profeta loco que ha descifrado los números del universo, sean ellos los poetas que han dado cuenta de una ficción sobrehumana, he ahí la genialidad. La realidad no existe, toda ficción es realidad, nuestra realidad es una ficción.

Poemas así, obras así, plantean el desafío: una apuesta mortal contra el tiempo que vive un solo hombre.
La ficción es un rito que queda en las mentes, más allá que en sus páginas. Y algún día en que los robots sean realidades o la humanidades luminosas, los monstruos suicidas o los animales travestidos. Algunos esos de los que se callaron dirán: pero si esto lo conozco y esto es un texto que soñé. En México los caminos de las escrituras potentes están más cercanos al ninguneo por el silencio, y a veces a ser descalificados como “sinrazones”, malos poemas o como textos con partes “rescatables” (para los más benevolentes). Estos lectores enclaustrados piensan que la literatura se acaba al cerrar el libro.

Sin embargo la poesía es pan en otros sectores de nuestro país (por poner el caso de comunidades indígenas) existe un delirio poético que se lee, se siente, se comenta, se festeja y el libro siempre queda abierto en las casas.

Los grandes poetas crean porque ellos son medios, prestan la voz a ficciones poderosas: dioses, sentimientos, ciencias, artes. Las grandes ficciones crean Valor, Aspiración, las obras fuertes son Éticas.

En el panorama nacional cada vez nos cansamos más de los ya acostumbrados “buenos poetas, comedidos muchachos”. Ellos que solo repiten las ficciones de su tiempo, cubriendo un segmento entre la televisión y el reloj mercantil.
Son los “poetas correctos” para un público que al cerrar un libro sólo le queda el recuerdo de haber leído un buen poema. Nada más.

La ficción no es hacer lindos versos, “buenas” imágenes. Por origen ficción es romper y recrear las reglas. Desde las más elementales que son las de la naturaleza. En el mundo real una manzana se cae al piso, en la literatura los animales son hombres y la gente vuela, y por ende las reglas políticas, religiosas, morales, mercantiles, personales también pueden romperse y recrearse. Por eso la ficción puede poner en jaque a un sistema político entero. Ficción es poner otras reglas del juego.

Todo poeta de nuestro aprecio debería ser místico, sabio, loco, profeta, científico, medium, y nunca más volver a ser poeta, todo poeta de nuestro aprecio es aquel poeta del que no podríamos reírnos por la simple cara de su texto.

Cansancio de las caras bonitas,
imaginar el corazón perdido de la poesía mexicana.


Yaxkin . Melchy
Publicado originalmente en http://destruccionmasiva.blogspot.com/

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